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​TESIS LEÍDAS

  

La transformación del proyecto arquitectónico durante el proceso constructivo. La opera de sydney y

Director: Moisés Gallego

Tesis sobre grandes obras paradigmas de la modernidad en arquitectura en el siglo XX, vistas como procesos complejos de proyectación en un mundo arquitectónico muy influenciado por unas nuevas tecnologías y nuevas formas de habitar.

Tras analizar la construcción del proyecto en el movimiento moderno y su relación con la promesa arquitectónica en algunas obras de sus maestros, se realiza un estudio sistemático de la construcción de la Ópera de Sydney y del Centro Pompidou de París. De este análisis surge una constelación de circunstancias que motivan la transformación del proyecto arquitectónico durante su proceso constructivo. La existencia de puntos en común y el carácter estructural de algunos de ellos permiten sospechar una situación en la arquitectura -al menos de la segunda mitad del siglo XX- en la que se pueda cuestionar el proyecto entendido como anticipación fidedigna y completa de su realización. El proyecto recurre a la doble tarea de separar y agrupar tareas y conocimientos en los múltiples agentes que confluyen en obra. Su eficacia residirá en la medida en la que sepa preparar las condiciones para la convergencia de todos estos especialistas que concurren en una obra cada vez más compleja. En particular se hace indispensable la participación de la figura de un ingeniero comprometido con el proyecto y al que es capaz de incorporar la complejidad técnica de una forma no sólo compatible sino también activa en su definición. Desde el punto de vista del objeto arquitectónico, del continente, el proyecto entendido como un documento técnico congelado ya no es ni completo ni infalible. El proyecto adquiere otra condición que es la de moldear y formular determinadas hipótesis sobre su uso y su contenido. Se trata de propuestas pioneras en su formulación programática. El proyecto no se limita a organizar y asignar espacios a un programa, sino que en sí, también actúa sobre la organización del edificio. La dificultad que conlleva la determinación unilateral por parte del arquitecto del uso colectivo y social repercutirá en la evolución posterior de la obra. El contenido, por tanto, también se escabulle de las certezas del proyecto. Como fenómeno económico, ya los primeros modernos abandonaron la aspiración de taylorizar la construcción, apostando por una industria semi-prefabricada en la que la relación de la arquitectura con la construcción es de denegación: nace de ella y la necesita para violentarla o llevarla al límite. Se trata de un fenómeno económico de difícil predicción y que genera conflictos en la obra porque la industria de la construcción busca su rentabilidad en la optimización de las soluciones y acude al catálogo para resolver problemas conocidos. La flexibilidad de esta industria para abordar problemas nuevos es casi excepcional y está poco estimulada y así la obra difícilmente se inscribe en una economía de la prescripción, condicionada además por factores de beneficio y velocidad. En definitiva, el análisis comparativo de estos dos ejemplos muestra como, la progresiva complejidad tecnológica, la especialización -que cuenta con un protagonismo activo y renovado de la figura del ingeniero-, la implantación de nuevos programas, la dificultad de anticipar el fenómeno económico de la construcción y la variabilidad de los clientes son algunos de los vectores de incertidumbre que acompañaron el desarrollo de sus respectivos procesos de materialización, en un marco colectivo de la creación arquitectónica y en un contexto público de su trascendencia. Ante esta nueva situación que se genera a partir de la segunda mitad del siglo XX, la arquitectura y en definitiva los arquitectos, buscan nuevos respuestas. La ópera de Sydney y el Beaubourg de París anuncian caminos de distinto carácter. Ante esta realidad hemos podido adivinar algunos mecanismos al alcance del proyecto y del arquitecto en el estudio de los ejemplos de referencia. El proyecto se fragmenta, adopta geometrías deformables, adquiere un carácter estratégico, anima a la recuperación de espacios de colaboración transversales entre los distintos agentes y fundamentalmente entre arquitectos e ingenieros... Todo ello se hace imprescindible para la coherencia final del objeto arquitectónico. La arquitectura entendida como realidad ya no podrá ser sólo concebida. A partir de la segunda mitad del siglo XX deberá ser, además, construida, porque sólo así habrá sido capaz de transformarse, sortear o incorporar las dificultades y posibilidades que han surgido durante su proceso constructivo. El cómo haya sido capaz de atravesar ese tránsito será, al menos, igual de importante para el resultado final que el punto de partida. Si Le Corbusier afirmaba que "l'important c'est le choix", la pérdida de control del proyecto sobre el producto arquitectónico obliga a ampliar esa condición para una arquitectura posible.

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